Nunca había escuchado acerca de la evaluación a través de la confección de un portafolio. Al leer el texto de E. Litwin e interiorizarme un poco acerca del mismo, creo que esta técnica cambia el eje sobre el cual se paran las evaluaciones más tradicionales, posando el ojo sobre el desarrollo del alumno a lo largo de la cursada, y recién a partir de éste sobre el resultado final (que tendrá más que ver con el nivel de comprensión alcanzado sobre los temas tratado), de manera que se puedan apreciar los avances logrados de una manera más ajustada a las particularidades de cada alumno.
A su vez, es un tipo de evaluación donde se disipan, de alguna manera, el nerviosismo y la soledad que se siente en una evaluación tradicional (oral o escrita), en la medida en que los docentes acompañan, marcan errores, ayudan en las correcciones, etc., permitiendo también al alumno aceptar la posibilidad del error y corregirlo, sin sentir al error mismo como fracaso.
El portafolio abre la posibilidad de mirarse a uno mismo y a sus producciones de manera crítica, habilitando la autoevaluación y autocorrección, y fortaleciendo la capacidad de apreciar, aceptar y traspasar las propias fallas y límites que se hacen ver en el desarrollo de la actividad, lo cual acaba por ser una actitud favorable no sólo para el estudio sino también para cualquier ámbito de la vida.
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